Tras el sacro desenfreno, el frenazo y el frenillo, le previene el cura obsceno al incauto monaguillo: "Ojo y no eches por la borda tus ardores de grumete". "Pues me vino el Sursum Corda", le responde el mozalbete "¡Vade retro!... y dime hijo, ¿fue el derrame en la escotilla?" "No, más bien fue tan prolijo que le ungí la coronilla". "Pues enváinala, carajo", le amonesta, airado, el cura, "que me pringues el refajo, vale, pero la tonsura... Eso sí que no... ¡ah, no!" Y aquí viene el estribillo que masculla el monaguillo: "No es en vano, ano, ano que se llame, ame, ame Vaticano el Vaticano, ano, ano, ano, amén. No es en vano, ano, ano ano, amén". Más taimado el sacerdote, le consuela al monaguillo: "por jadearme en el cogote, te has ganado un cigarrillo... Y ahora, por la sodomía, que por cierto, fue muy breve, rézate un Avemaría pues tu culpa es falta leve. Pero por tu incontinencia en la cumbre del trabajo, ponte, como penitencia, un cilicio en el badajo. Y no seas pico de oro si no quieres un azote que ahora ya no calla el coro y se monta el gran cipote...