No es fácil regresar de un largo viaje sin que al volver no se haya roto un color que concebimos imborrable. No es fácil regresar de un largo viaje sin que al volver algún que otro contorno se nos presente, en fin, desfigurado ante los ojos. No es fácil desatar el nudo ocasional que nos ató al azul y a aquellos peces que, poco a poco, fueron muriéndosenos dentro, uno a uno. De regreso, cuando recuerdos inválidos mueren. De regreso, cuántos altares se caen a pedazos. De regreso, cuántos colores perdieron aquel rostro que tuvieron un noviembre. De regreso, cuánto ansiamos un sabor a fruto joven compartido. De regreso, cuánto ansiamos un retorno a la semilla casta y pura.