El aire nace en tus ojos, y del aire el horizonte. y el horizonte es un monte claro que nace en tus ojos. tus ojos son dos antojos de luz recién estrenada, ojos de noche estrellada, ojos que son el camino cuyo único destino es volver a tu mirada. y por el monte que invento para tus ojos, mujer, el viento se echa a correr, se nos vuelve loco el viento y hasta el mar, cuánto lo siento, se desespera en las rocas. anda, ve al mar; si lo tocas, se me acallará en el pecho donde anda el tiempo deshecho, porque hasta el tiempo equivocas. para llegar a tus ojos hay que ser mar, aire, ríos... ojos tuyos que son míos porque yo nazco en tus ojos, y rehago los antojos de la luz con que inauguras la primavera en que auguras otra lluvia, otro horizonte, un verde nuevo del monte, donde no estás y perduras. Caminito de la playa Montado en una esperanza, Mi madre inspira confianza Retando la guardarraya. La sorpresa se me calla Del mar que aún no conozco, Tan sólo al fin me complazco Cuando virando un recodo Me doy cuenta que no hay modo De describir tal hallazgo. ¡inmenso azul gigantesco, Río de una sola orilla! ¡bandeja de maravilla, Y universo de refresco! Rápidamente me ofrezco A tal almuerzo de espuma. Voy disipando la bruma Que el asombro me causaba. Ya una ola me tapaba. ¡nos pasaba por encima! La mata de uva caleta Muerta de risa en la orilla Le ofrece una amplia sombrilla A dos niñas pizpiretas Que desentierran coquetas Dos caracoles rosados Y los ponen a los lados Del castillito de arena Que el mar descubre y lo llena Convirtiéndolo en poceta. ¡qué caprichos tiene el mar En cuanto llega a la orilla Reclama su libertad! Qué poco duró la risa De este día inolvidable. El azul inalcanzable Se anaranjó a toda prisa. El sol se puso una trusa Y se lanzó al horizonte, Cogió fuego todo el monte. Mi madre desde la orilla Reía de maravilla, Daba gracias a la brisa.