Quiero andar un tramo contigo hasta que el camino decida. Quiero empolvar mis zapatos, asumir las consecuencias. Ángel que te me apareces cuando el siglo va a morir, cuando solté mi papalote, cuando el río casi es mar. Defiendo a los amantes perseguidos, los amantes de citas clandestinas, los amantes de tanto desatino, los amantes difíciles, profanos. Defiendo a los amantes que se esconden y desbordan en rápidas caricias; los furtivos, urgentes, los amantes arriesgados, posesos y valientes. Defiendo a los amantes que, a su modo, son felices de amarse, son sinceros. Los amantes de amores soterrados, los amantes que juegan con el fuego. Defiendo a los amantes verdaderos, los que asumen el riesgo de la noche, los desnudos amantes de lo oscuro, desangrándose en dulces mordeduras. Defiendo a los amantes perseguidos, los amantes de parques apagados, los aquellos amantes, camuflados, los defiendo, los cuido, los envidio.* Quiero andar un tramo contigo sin exceso de equipaje. Quiero iniciar este viaje sin temor al de regreso. Demonio azul que me llamas y te echas a correr, danza, ve delante, danza, humo, que yo te seguiré.