Hijo mío: Este 12 de octubre en Nicaragua me he encontrado contigo en el camino, he estrechado tu mano en otra mano, he abatido la distancia que dolía. Hijo mío: Hoy he visto tu sonrisa de pionero, porque estás en la sonrisa de otro niño, este hijo de Sandino que acompaña con un M16 de tu tamaño otra nueva misión que nos ocupa. Este niño que con sólo trece años ya conoce la pólvora y desea como tú ser un piloto, ser poeta, ser un surco y un puñado de semillas. Hijo mío: Este niño que, vestido de campaña, me ha mirado como sólo tú lo haces, te ha traído desde Cuba a Nicaragua y este 12 de octubre no te extraño.