Oiga usted compañero... si me quiere escuchar... No crea que soy, amigo, un cuentero: Yo quiero confiarle... a usted... compañero Mi inmenso y cruel dolor... Quiero desahogar mis penas... siéntese nomás... Y pida algún trago si tiene voluntad... Y preste atención, que ahí va la crueldad De aquel infiel amor... Usted sabrá Que cuando el amor Comienza a taconear Sentimos en el pecho La dulce tentación; ¡sentimos sed de amar De amar de corazón!... Y yo también Amé con gran pasión, Amé con gran delirio Y coseché martirios Porque un padecer Me brindó esa mujer, ¡que fue mi perdición!... Con el alma la quería... y ella fue Siempre mi única ilusión... Pero por otro hombre... como a mí... ¡a su hija abandonó! Esa hijita tan querida... compañero, Ayer tarde se murió... ¡pero antes de morir, de este modo, Ella me habló!... ¡padre!... si la llega a encontrar, dele mi perdón Y dígale también, que aunque ella nos dejó, ¡yo siempre la querré, con todo el corazón Y bésela por mí! ¡hoy la encontró, compañero... no pude perdonar... Me fui derecho viejo... y ahí, a esa vaga, En nombre de mi hija... la punta de mi daga Besó su corazón!...