(Milonga) Yo sé que existe el camino ése que no conocí, donde me están esperando rancho, mujer y gurí. Caminito con su arena, paraíso y bienteví, para caminarlo al paso, para intimarlo feliz. Con su tosca sonrosada de cosas de macachín y tijeretas que cortan los crespos desde el (inteligible) Yo sé que existe el camino ése que no conocí... Ya blanqueando la melena, la barba tirando a gris, conocido en cien parajes y él conocedor de mil. Pasa junto a la lechuza del callejón infeliz, se descubre a un camposanto, blanquito como un jazmín. Arma un toro. Al encenderlo con yesca de viborí, saluda a gente de carro, un hombre y un chiquilín. Y se dice, convencido, yo podría andar así, porque sólo es desdichado el que pudo presentir que otra vida lo esperaba y la perdió por ahí. Yo sé que existe un camino ése que no conocí, donde me están esperando rancho, mujer y gurí.