(Balada) Yo los vi a esos gringos que se hermanaron con sudor a los gauchos entrerrianos, sí, y hasta hoy caminantes del trabajo son, por la paz, la luz, la fe. Un adiós yo quiero dejar sobre un niño: el que fui, y a esa infancia debo aquel calor. Ya no está, mi recuerdo lo persigue, y hoy mi sauzal silbó tristón. Yo viví su horizonte azul, Entre Ríos, lo mejor de tu tierra y tu viejo palmar, hoy no sé cómo viviré ya sin tu voz, nada soy sin tu ceibal. Larala, laralalailalalá.