Una tristeza pura, una tristeza plena, tristeza, que no amargura es mi entera tristeza. A través de mis horas, ordenando mis penas, discurre lentamente como un reloj de arena. Abarca los contornos de todas mis esperas y me vuelve a la vida de la muerte primera. Me ganó de repente, en plena primavera las alturas del alma, el centro y sus riberas. Asumió los silencios de mis noches en vela y trepó los misterios de mis pobres quimeras. Es total y privada, incorpórea y serena. Una luz que reclama su bandera de niebla para izarla en mi alma ocupándola entera. Yo no sé si es dorada o una espina cualquiera, esta tristeza pura, esta tristeza plena, tristeza, que no amargura es mi entera tristeza.